viernes, 2 de octubre de 2009

PAYASO




Actuar! ¡Mientras preso del delirio,

no sé ya lo que digo

ni lo que hago!

Y sin embargo, es necesario... ¡esfuérzate!

¡Bah! ¿Acaso eres tú un hombre?

¡Tú eres payaso!

Ponte el traje

y la cara en harina.

La gente paga y aquí quiere reír,

y si Arlequín te birla a Colombina,

¡ríe, Payaso, y todos te aplaudirán!

Muda en pantomimas la congoja y el llanto;

en una mueca los sollozos y el dolor. ¡Ah!

¡Ríe, Payaso,

sobre tu amor despedazado!

¡Ríe del dolor que te envenena el corazón!

Esta letra pertenece a la aria Vesti la giubba paggliacci (ponte el traje payaso) de la ópera Da I plagiacci (Payaso) del napolitano Ruggero Leoncavallo.

Una aria sobrecogedora, de fuerza y donde su completo protagonista, el payaso (El tener Enrico Caruso pasará a la posterioridad por su gran interpretación de esta aria), se acaba de enterar que su mujer le es infiel, y acto seguido tiene que aparecer contento pues tiene que volver a actuar. Payaso, la función continúa.

Al payaso generalmente se le asocia con un artista de circo, cuya función es hacer reír a la gente, gastar bromas, hacer piruetas y en ocasiones trucos divertidos. Aunque no se poseen datos con exactitud ni se dispone de la certeza de quién fue el primer payaso de la historia, si nos remontamos a ciertos antecedentes y sus orígenes, observaremos que la existencia de este personaje en la antigüedad iba más allá de esta descripción.

Hace unos cuatro mil años, en la antigua China, un bufón llamado Yusze, servía en la corte del emperador Shih Huang Ti (259 - 210 a. C), a quien se debe la construcción de una de las partes de la gran muralla china. Desde esta época ya le sería otorgado a este personaje un privilegio que le será reconocido a lo largo de la historia: el poderse burlar del rey, hacerle sugerencias, e influir contundentemente en sus decisiones, aunque este beneficio debía ser ejercido con tacto y cautela, pues de sobrepasarse o equivocarse, nuestro chistoso personaje podía pagar con su propia vida.


Se cree que la palabra "payaso" se deriva de un tal Pagliaci, pero sobre este hecho en realidad no hay mucha documentación. Lo que sí es cierto es que se considera como el primer payaso moderno de la historia a Giuseppe Grimaldi. Nacido en 1778, Grimaldi era célebre a tal punto que el gran Charles Dickens escribió su biografía.

Mucho tiempo ha transcurrido desde estos orígenes y el concepto y personaje payaso considero que ha sufrido grandes cambios. Por ejemplo, pensar hace 15 años que siendo payaso podrías llegar a ser millonario, era una absoluta falacia. Como payaso me refiero a maestro del humor, ambulantes enmascarados, itinerante, conocedor de muchos mundos y residente de muy pocos a su vez. No me refiero a una estrella televisiva, o humorista de la globalidad como lo pudo ser Charlot interpretado por Sir Charles Chaplin.

Pensar hace 15 años que siendo payaso podrías ir al espacio, ya no cabía en ninguna tesitura. ¿Era incrédula la gente en 1984? No, simplemente que en ese año, justo en él, es cuando dos desconocidos artistas callejeros Daniel Gauthier y Guy Laliberté empezaban a dar forma a un proyecto que iba a revolucionar el mundo de los payasos y redefinir el concepto del circo: el Cirque du Soleil.

Esta semana hemos visto como su co-fundador, Guy Laliberté, ese ambulante que hace quince años ni tan siquiera hubiera soñado con ello, con una fortuna aproximada de 2.500 millones de dólares, se convertía en el séptimo turista especial de la historia –tras desembolsar unos 35 millones de dólares-.

Cirque du Soleil empezó cuando un grupo de artistas callejeros de Quebec (Canadá) decidió canalizar su pasión de otra manera. Bajo la orientación de Guy Laliberté, Cirque du Soleil ha utilizado su pasión por la creatividad y la innovación para crear una nueva forma de entretenimiento que asombra al público de todo el mundo.

Se consideran una empresa canadiense de entretenimiento. Esta formada por 4.000 empleados en 40 países, incluidos 1.000 artistas tienen una facturación anual de unos 3.600 millones de dólares. En sus representaciones han tenido a más de 90 millones de espectadores repartidos en más de 200 ciudades de los cinco continentes.

Han reinventado el concepto del circo, han combinado la opera, el espectáculo, la escenografía, el vestuario y el estilismo, para acabar diseñando experiencias. Laliberté de 50 años, sí que ha roto la inercia del mundo del circo, lo ha reconvertido.

Aprovechando la misión, Laliberté, dirigirá el próximo 9 de octubre desde la ISS -situada unos 350 kilómetros sobre la Tierra- el espectáculo poético-social titulado ”De la Tierra a las Estrellas por el Agua”, en el que participarán estrellas de la música, el cine y otras celebridades desde catorce ciudades de los cinco continentes, donde pretenden llamar la atención sobre los problemas de los recursos de agua. Al ser preguntado sobre que esperaba hacer en los 12 días que durará su viaje, junto con los otros dos astronautas contestó: “No soy científico ni doctor o ingeniero”, digo. “Soy un organizador, un actor y un creador. Tengo una personalidad que entretiene, así que eso es lo que llevaré”.

Tal vez nos hagan falta más payasos en la sociedad actual, y no me refiero a bufones como en la época del Rey del Estado de Qin o de los existentes en su momento en Grecia, Roma o en la Edad Media, que con sus palabras y acciones tenían por oficio hacer reír a los poderosos –yo creo que ahora se han invertido las situaciones, son los poderosos que nos hacen reír a nosotros con sus palabras-. Me refiero a disponer de más creadores de alegría y difusores de ilusión y menos destructores de empleo. Gente, personas, seres humanos que entretengan, que diviertan y que generen sonrisas. Hoy sonreímos menos, y también hablamos más y decimos menos. Actuamos más y pensamos menos. Hacen falta más payasos como el de Leoncavallo, con capacidad de reponerse ante la adversidad y volver a actuar.


Guy Laliberté no solo ha cumplido su sueño de ser «el primer payaso en el cosmos», o de homenajear a todos los payasos del mundo, ha demostrado que el payaso no solo hace reír, también sabe actuar, crear, pensar y en este caso ‘volar’ .

Solo me queda decir, ¡Bravo payaso, bravo!

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