martes, 7 de julio de 2009

ES EL MOMENTO DE REPLANTEARNOS TODO


Tiempo aproximado de lectura: 5 min.



El pasado 24 de Junio aparecía en La Vanguardia una entrevista a uno de mis directores de cine favoritos, Francis Ford Coppola. En dicha entrevista, Coppola, comentaba el reto que le había supuesto lanzar su última película ‘Tetro’. Más allá de su nuevo estreno, comentaba que a su edad, podía decir que no lo quedaba prácticamente nada por hacer y, a pesar de todo, nunca se sintió hastiado. Comenta que la verdadera felicidad es hacer cosas nuevas, y que su objetivo es aprender a hacer películas. Justifica su afirmación aludiendo a que el cine es un arte muy joven y ni siquiera hemos empezado a tocar su lenguaje.


Señores y señoras, estamos hablando de Francis Ford Coppola, uno de los cineastas más laureados de la historia, autor de obras imprescindibles como El Padrino o Apocalypse now, que cualquier amante del séptimo arte debería enmarcar en su videoteca. Difusor y transmisor de talento, ejemplarizado en su hija Sofía Coppola, dueño de una gran fortuna personal no solo generada por sus películas sino por sus viñedos, y aún así, comenta que su objetivo es aprender a hacer películas.



¿Se imaginan a Frank Gehry comentando que su objetivo es aprender a construir edificaciones, a Antoni Tapies que su objetivo es aprender a pintar o repensar el arte, o a Ferrán Adrià que su objetivo es aprender a cocinar? Bueno, de este último me imagino todo ya que convive con la reinvención permanente.


La afirmación de Coppola, y trasladándonos al mundo empresarial, me hace pensar en las palabras formuladas hace poco por Riaz Khadem, autor del best-sellers Alineación Total. Khadem afirma con una rotundidad desorbitante que “es el momento de cuestionarlo todo”. Asegura que la crisis se va a traducir en un cambio permanente y recomienda que ‘las compañías revisen su visión empresarial y no descuiden la ejecución de su estrategia’. “No vale aceptar las cosas porque lo haya dicho alguien o te lo hayan enseñado en un MBA, es el momento de cuestionarlo todo y no dar nada por sentado. Existen compañías que piensan que ya ha habido otras recesiones y que la clave es esperar a que pase y seguir haciendo lo mismo que antes del parón. El cambio es permanente y, cuando se recupere, el mundo será completamente diferente. La actual crisis de confianza es consecuencia de que el mundo occidental ha estado consumiendo más de lo que necesitaba.”


De las palabras de ambos, de Coppola y de Khadem, alejadas en sus campos y cercanas en sus conceptos, podríamos extraer unas primeras conclusiones: ya no basta con mantener una inercia como hasta ahora. La coyuntura económica actual ha hecho que la inercia de nuestras vidas sufra un parón, el ascensor que cogíamos cada día no nos llevará a la misma planta de la misma forma ni a la misma velocidad, el ascensor irá más lento, tendremos que subir por las escaleras, o en el peor de los casos alguien habrá apretado el botón Stop de forma indefinida. Incluso me replanteo que el ascensor sea el mismo.


La ausencia de ‘replantearse’ supuestos brilla por su ausencia, lo que funcionó bien ayer hoy no es sinónimo de supervivencia, incluso me atrevería a decir que la palabra crecimiento cambiará de significado en breve espacio de tiempo.



REPLANTEÁNDONOS LAS ORGANIZACIONES






“Es vital saber ser diferente”
Philippe Starck, extravagante diseñador





Es probable que las empresas líderes hayan logrado su éxito basándose en una única visión del mundo y que hayan alineado su organización para que funcione extremadamente bien de acuerdo con tal pensamiento. Lo único que esto garantiza es que ocurrirá algo y las cogerá desprevenidas.




No todo el mundo en una organización o sector hará las mismas interpretaciones de una situación, porque no existe necesariamente una única respuesta correcta a la hora de intentar comprender el entorno.




A todo esto debemos añadirle que muchas organizaciones tienen una opinión de la innovación erróneamente limitada. La cuestión no es si estamos invirtiendo suficientemente en innovación, sino si estamos invirtiendo en innovaciones con potencial de generar diferencias realmente competitivas. Muchas empresas observan la innovación como sinónimo de desarrollo de nuevos productos o de la tradicional I+D. Esta miopía puede dar lugar a una sistemática erosión de la ventaja competitiva que tenga como resultado la progresiva similitud entre las empresas de un mismo sector a lo largo del tiempo.




Se copian las buenas prácticas como consecuencia de la evaluación comparativa. Por consiguiente, las empresas de un determinado sector suelen tratar de conseguir a los mismos clientes con las mismas ofertas, utilizando capacidades y procesos poco diferenciados.




Ya lo comentaban Kjell Nordström y Jonas Ridderstrale en su libro Funky Business: “La sociedad de la abundancia tiene un excedente de empresas similares que tienen empleados similares con una educación y experiencia similar, que comparten valores y creencias similares, que producen similares productos y servicios con similares precios y calidades.”





CONCLUSIÓN: PARADÓJICAMENTE FRÁGILES








Podemos replantearnos todo lo que consideremos oportuno, Acogerse a los términos de replantearse, repensar, reestructurar, redefinir, etc., considero que son elecciones fáciles; articular y replantar las raíces de sus fundamentos no tanto.




Repensamos las ciudades, las universidades, estrategias, países, organizaciones, instituciones, fundaciones, etc… podemos y tal vez debamos replantearnos la banca (‘Hay que replantearse todo el sistema financiero’, Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo ), el turismo, la energía (actual o alternativa) o la industria en general, ejercicios que no cuestiono, más bien defiendo hasta la saciedad y que propongo fomentar (algunos de ellos a través del nuevo proyecto Rethinking Sector Series). Pero si algo podemos extraer de lo vivido en este crack provisional hasta el momento, es que las transformaciones no vienen solo por repensar o replantear organismos, también proceden en una segunda fase por actuar y construir, aspecto donde intervienen las personas. El progreso viene por emprendedores, intraemprededores, luchadores, constructores del saber, facilitadores del conocimiento o por los Coppolas que huyen de modelos conformistas. Viene por que cada persona, empresario, empleado, emprendedor, persona, padre, madre o ser humano sujeto a que la fragilidad social le absorba:






  • Dote de un nuevo valor a la persistencia (¿cuanto soy capaz de reintentar aquellas cosas en las que creo?),




  • Reformule qué entiende por esfuerzo (¿cuantas veces soy capaz de caerme y levantarme?),




  • Reconsidere sus metas y desafíos (¿qué me inspira? ¿donde me veo en cinco años? ¿y en un año?),




  • Redescubra el espíritu hambriento perdido (¿qué saciedad tengo?),




  • Busque la diferenciación de valor permanente (¿cuanta innovación necesito?)




  • Construya un nuevo significado de la criticidad (¿hasta donde soy capaz de cuestionarme a mi mismo y a los demás?, ¿tengo capacidad para hacerlo?) o




  • Conozca si aprende lo suficiente (¿se lo que debo saber? ¿sé donde está la información que necesito?).
En definitiva, mi sugerencia: viva con la contradictoria comodidad inquieta.



En Charles Darwin, encontramos el cierre de este segundo episodo de Futuro. Precisamente volvemos al mes mágico de febrero 2009 (ver Futuro 1). El día 12 se cumplieron doscientos años del nacimiento de uno de los científicos más importantes de la historia. También se celebran 150 años desde la publicación de su obra El Origen de las especies, la cual transformó el concepto de la humanidad en su totalidad. Me quedo con un fragmento de su obra: “todo ser vivo es capaz de producir muchas copias de sí mismo con leves variaciones. Pero sólo algunas copias sobreviven lo bastante como para reproducirse: aquéllas con unas variantes más ventajosas en su entorno. Si las condiciones se mantienen durante cientos de generaciones, las variantes ventajosas colonizarán toda la población.”

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