lunes, 28 de septiembre de 2009

VULNERABLES




“Estaba muy tranquilo sin saber que sentía”. ¡Esta frase la encuentro esplendida! Aparecía en un dialogo que escuché hará dos años de la serie cómica Will & Grace, producida por Sony Entertainment Television, ganadora de diversos premios Emmy y emitida inicialmente en la NBC. Will y Grace viven juntos en un apartamento de New York. Él es un abogado gay y ella una diseñadora heterosexual. En la escena mencionada, Will confesaba a Grace sus sentimientos, dándose cuenta en ese preciso instante, que estaba a punto de perder a un ser querido por no manifestarle qué sentía y que hasta ese momento no era consciente de ello.

La expresión de Will constata claramente la inercia que tenía a evitar ser vulnerable, esto le producía pavor.
¿Hasta qué punto somos vulnerables de nuestros sentimientos? ¿Dónde reside su principio? ¿En qué medida formamos parte de ello? ¿Somos ajenos a serlo o podemos impedirlo? ¿La frialdad nos evita ser vulnerables? ¿Tenemos una inercia pronunciada a serlo?

Muchas veces dejamos en nuestro interior que lo que denomino el desconocimiento conocido o la ignorancia permisiva se apodere de nosotros y suframos de no querer saber, un sufrimiento justificado en muchas veces, donde lucha constantemente con evitar dejar una ventana abierta a la vulnerabilidad.

Admitir el éxito o fracaso, que no somos indiferentes a la alabanza o al desprecio, a la comodidad o a la molestia, etc., en definitiva, aceptar ser vulnerables, no es un ejercicio que aprendamos rápidamente o que nos enseñen de pequeños.

¿Pero la sociedad nos lo permite? No recuerdo a ningún padre que defienda o que presuma que su hijo es vulnerable. Tampoco he observado en las escuelas de negocios que se impartan seminarios donde se aprende a ser vulnerable, o en este caso, tendría más sentido, que se extrajeran conclusiones del resultado de ser vulnerable.

Si habláramos de la expresión ficticia de crediticio de la vulnerabilidad, podríamos decir que estamos hablando del crédito público o privado que nos ceden a ser vulnerables. ¿Verdaderamente nos deleitamos más evitando la vulnerabilidad o simplemente, al igual que Will, estamos dejando de disfrutar de ciertos aspectos de la vida por no serlo?

Y en las organizaciones, ¿es negativo ser vulnerable?, considero que el problema grave es cuando es demasiado tarde, cuando te has dado cuenta de tu vulnerabilidad en un proceso sin marcha atrás, pero si no es el caso, lo observo como una oportunidad enorme para las empresa. Muchas organizaciones deberían haber pensado hace 3 o 4 años, que podrían ser vulnerables. La inercia del bienestar y de la riqueza posiblemente les nubló la visión, desgraciadamente, muchas de ellas lo están pagando ahora.

Creo que después de estos últimos años, todos hemos acepto que somos vulnerables, y quien piense lo contrario, espero que no crea en el arrepentimiento, porque cercano lo tiene.

“Aceptar nuestra vulnerabilidad en lugar de tratar de ocultarla es la mejor manera de adaptarse a la realidad”. David Viscott, reconocido psiquiatra americano

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