viernes, 1 de abril de 2011

BÁSICO



Dicen que llevamos en crisis más de tres años, y que es posible que la recuperación empiece a estar en el horizonte –cerca no, perdón, quería decir cercano-. Aún así, pocos han aceptado la situación real. Dicen los expertos que posiblemente es hora de que empecemos a asumir que no queda nada por recuperar y mucho por afrontar. Cómo he reiterado en más de una vez y en distintos foros: hemos pasado de una economía financiera y de bonanza a una economía de supervivencia, y en esta ‘Nueva Economía’, debemos volver a ciertos orígenes que habíamos perdido. A pesar de su sencillez, todavía existe mucha gente que se resiste a admitir que corren nuevos tiempos, y por lo tanto, los imperativos no son los mismos que hace cuatro, tres o dos años.


No le voy a contar nada que no sepa, pero tal vez si que algún aspecto que haya olvidado. Tampoco voy a entrar en Ella, ya que en su momento ya tuve oportunidad de hacerlo. Simplemente centraré mi punto de vista en un recopilatorio de las impresiones que me he ido encontrando en estos últimos meses con gente de la calle, empresarios, directivos y algún ‘espécimen’ más. De entrada, le diré que ya no es momento de las ideas de gran envergadura, estamos volviendo a lo básico, a lo que los americanos están empezando a describir como ‘get back to the basics’. La propia definición de ‘básico’ que ofrece la Real Academia Española es muy contundente con el significado de lo que les estoy hablando: “fundamental. Perteneciente o relativo a la base o bases sobre que se sustenta algo, fundamental”. Dice fundamental, no extra, excesivo, mejor, simplemente fundamental, equivalente en esta caso a necesario.


Es necesario volver a los orígenes, a interpretar los aspectos de la vida en su puro sentido original y básico. El propio Ferrán Adrià, considerado por muchos el mejor cocinero del mundo ha dicho estos días que la tapa y el tapeo como concepto son "el último paso que queda, el futuro", y que significarán un fuerte empuje para el sector de la hostelería española y sus productos más típicos. Estamos hablando de la tapa, la combinación gastronómica por imperativo de la cuisine española. Incluso Adrià matizó: "El futuro son las tapas y la comida informal". No comentó que el futuro será el auge de la degustación creativa o la deconstrucción, dijo tapa, elemento básico.

En esta línea, si se fijan, las propias vajillas han dejado de ser cuadradas, han vuelto a ser redondas. El pan, ha vuelto a tomar protagonismo en su versión original: artesanal y primando el tipo de harina de cereales, sal y agua, y cuidando las levaduras.

En la mayoría de productos alimenticios, la connotación ecológica de por ejemplo verduras o carnes está diferenciándose del resto de alimentos, aspectos que para nuestros padres o abuelos han sido siempre un derecho, no una excepción. Volvemos a lo básico.

La publicidad, ha vuelto en su mayoría a describir el producto, no tanto la sensación por el producto. En la moda, los colores básicos vuelven a triunfar. Volkswagen reedita ediciones y ediciones de su Golf -22 millones de unidades fabricadas-, etc…

Posteriormente a los momentos boyantes vividos, las aguas vuelven a su cauce, ya no puede coger la gran ola cualquiera, ni tan siquiera subirse encima de una tabla de surf, es un privilegio para muy pocos. Ahora, dicha tabla se ha convertido en un remo, y con un remo, ya sabe que toca hacer, remar y remar, eso sí, sabiendo hacia dónde se va. Posiblemente el error ha estado en comercializar muchas tablas de surf y vender a todos los compradores la posibilidad de que en corto espacio de tiempo podrían llegar a ser surfistas sin realizar ninguna clase previa, o incluso, vendérsela a aquel que ni tan siquiera tiene una playa cercana, ya no digo con fuertes vientos para practicar surf en perfectas condiciones.

Volvemos a los planteamientos que toda la vida han triunfado, estamos dejando de lado la experimentación y especulación. Zapatero a tus zapatos, que se dice. La diversificación prácticamente se ha acabado, volvemos a trabajar en lo que sabemos hacer y conocemos. En estos últimos años las personas físicas y jurídicas se han lanzado a introducirse en terrenos desconocidos que han acabado siendo pantanosos. Han confundido su ‘conocer’ con el ‘saber hacer’. En la época que valía todo, el ‘riesgo’ era premiado y recompensado, ahora es un término tabú. Dicha etapa vivida ha permitido al albañil ser constructor, al tendedero hostelero, al jornalero inversor, y así un sinfín de ejemplos.

El escenario para la improvisación es cada vez más reducido. El juego lo hemos dejado exclusivamente para la playstation, no para nuestras vidas. La inmediatez nos apreta, el futuro ya veremos con qué lo abordamos, ahora para muchos es lo de menos. La imaginación ha sido superada por la furia, y la revolución por la simple reivindicación. Estamos intentando vender a una sociedad intangibles (¡me incluyo!) cuando ahora más que nunca necesitan poder tocar algo para verdaderamente comprarlo. Volvemos a asumir lo complicado como lejano, lo sencillo como cercano. El pelotazo prácticamente ha desaparecido. El valor del esfuerzo y coraje vuelven a estar más presentes que nunca, sustituyendo desgraciadamente en muchos casos a la sonrisa o alegría. El propio concepto de la inversión ha cambiado radicalmente en pocos años, ya no existen los aficionados a la inversión, ha quedado en manos de los verdaderos expertos.


La competición por las escasas oportunidades que quedan es temible. Estamos en un mundo donde las pequeñas cosas son a las que nos debemos agarrar. Estamos en un país donde las pymes suponen más del 99 % de las actividades empresariales excluyendo agricultura y pesca. En España hay cerca de 7 pymes por cada cien habitantes. No estamos hablando de grandes multinacionales que mueven un país, lo hacen las compañías de uno, diez, veinte o cincuenta trabajadores, aquellos que miran las pequeñas cosas. Aquellos que buscan ideas aparentemente ‘sencillas’ que puedan incorporarse de forma ‘obvia’ a la actividad diaria.


El premio Nobel Daniel Kahnemman, junto con su colega Amos Tversky, revelaron la dimensión irracional humana, a en una época en que primaba el mito de la racionalidad y del hombre económico hiperracional. Kahnemann y Tversky comprobaron repetidamente que las personas reaccionaban con desproporcionada exageración ante pequeñas cosas, y que en cambio no reaccionaban adecuadamente cuando se trataba de algo importante.


La experiencia real y auténtica volverá a cobrar vida y a subir al podio a los verdaderos ganadores, no la intermitencia del falso saber de unos cuantos. En el camino se quedarán los maleantes de fachada atractiva pero de hueco enorme en su interior.


Repito, la necesidad de volver a los “principios básicos”. Su desencadenante ha sido la reacción a la totalmente evitable locura financiera que nos rodea, pero quizá también sea el resultado de una modesta reacción frente a esa super-extra exagerada expresión de que “absolutamente todo lo que sabemos de cualquier cosa ha cambiado”. ¿Verdaderamente lo cree así?


El aspecto que no ha cambiado es que el aprendizaje ya no forma parte de un momento de nuestras vidas, es nuestra vida, y eso nuestro subconsciente lo llevaba sabiendo antes de estos últimos cuatro años, pero posiblemente habíamos cerrados muchos libros haciendo alarde de supuestos, y si todavía tiene cerrado el libro, usted mismo.


Tom Friedman, columnista del New York Times, escribió: “De pequeño, mis padres me decían: ‘Acábate la comida, que en China se mueren de hambre”. A mí, ahora me gustaría decirles a mis hijas: “Acabad los deberes, que los chinos vienen a por vuestros puestos de trabajo.” Esté donde esté, en finanzas, ingeniería o en el servicio de un bar…, vale la pena repetir esta ‘sencilla’ y ‘básica’ lección que mi amigo Tom Peters reitera:


¡Lea más que ellos!

¿A los 27?

¡Estudie!

¿A los 47?

¡Estudie!

¿A los 67?

¡Estudie!


¡Estudie!

(¡Y luego siga estudiando!)


Para finalizar, simplemente recordarle que aunque se están desempolvando del trastero las fórmulas que han triunfado con anterioridad, debe recordar que no se puede utilizar un mapa viejo para encontrar nuevas carreteras.


“El ignorante afirma, el sabio duda y reflexiona,” Aristóteles (384 AC-322 AC) Filósofo griego.

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