martes, 11 de enero de 2011

PREDECIR



Esta mañana leía en la sección de Mi Negocio de Expansión, como la ley antitabaco previsiblemente provocará un descenso de ingresos en el sector hostelero del 20%. Para amortiguar la caída, algunos locales han instalado estufas en el exterior.


Lo sorprendente de la noticia, no es que a final de 2010 los vendedores de estas estufas comúnmente llamadas setas, hayan visto un incremento en sus ventas entre un 300% y 400%. Hasta aquí todo correcto. Lo curioso del caso es que los distribuidores afirman haberse visto desbordados por una demanda “repentina”. Me pregunto, ante una ley que se conocía hace meses, que existe en ella de repentina. Haciendo un simple escenario futuro o haciendo servir el menos común de los sentidos que es el sentido común, no me llego a imaginar en primer lugar que los que antes acudían al mismo bar ahora dejen de fumar repentinamente, o que en según qué ciudades españolas con temperaturas cercanas a los cero grados, se dedicaran estas personas a estar justo en la puerta de las cafeterías, de pie y fumando, sin plantearse sentarse. Seguro que uno de mis escritores preferidos, Quim Monzó, podría hacer mil escenarios satíricos más de los aquí descritos. Repentino puede ser que te caiga una maceta en la cabeza o tengas un accidente de coche que te impida ir a la presentación de tu vida. Me atrevería a decir que incluso la crisis del sector de la construcción era menos repentina que la de las famosas estufas.

Parte de este ‘problema’ por denominarlo de alguna forma, prefiero pensar que recae en la falta de predicción –¿es obvio, no?- Ahora bien, ¿el ser humano está acostumbrado a predecir? Aquí surgen diferentes tesis, una de ellas, la encontramos en el libro de 1995 de Peter Schwartz, The Art of the Long View: Planning for the Future in an Uncertain. En él menciona que dos neurobiólogos, los doctores William Calvin y David Ingvar, identificaron la parte del cerebro humano que permite predecir. Según comentan, esta parte próxima a los centros de lenguaje permite prever y planificar eventos futuros. A diferencia de otros animales cuya planificación es hormonal y conducido por los patrones estacionales, el cerebro humano es "capaz de planificar las próximas décadas, capaz de tener en cuenta las contingencias extraordinarias mucho más irregular que las estaciones"


Si fuéramos honestos, a la mayoría de nosotros no nos importaría confesar que tenemos parte de curiosidad con respecto al futuro. Y por lo visto no estamos solos. Anecdóticamente, los autores Barnett y Johnson comentan en World Christian trends que más de mil millones de personas piensan alrededor de "la astrología u otros aspectos de la adivinación", con el objetivo de ‘echarle’ un vistazo al futuro.


Aún así, es más deseo derivado de la curiosidad, que un prepósito para integrar en nuestras vidas. Y si no y como ejemplo, ¿por qué concentramos la mayoría de nosotros las compras navideñas en las dos semanas previas a la propia festividad cuando tenemos todo el año para planificarlas, incluso a un precio inferior? No deja de ser absurdo.

El miedo a pensar-reflexionar es latente, es como si temiéramos encontrarnos alguna cosa no deseada, como si enfrentarnos a nuestro futuro yo nos atormente. Nuestro diálogo interno, el de nuestra mente siempre se encuentra más placentero con la inmediatez.


Siempre he dicho que las pocas personas que dedican tiempo a pensar y que desean hacerlo de forma metódica, siempre lo dejan para el viernes, después se les acumula el trabajo de la semana y deciden aplazarlo nuevamente, así sucesivamente, hasta que nunca encuentran ese espacio necesario para reflexionar, la inercia los arrastra –sucede lo mismo con las lecturas pendientes, un consejo: si pasado dos meses no ha leído los documentos, tírelos-. Algunos lo intentan evadiéndose a monasterios o lugares teóricamente propicios para la relajación y la reflexión, pero el gran maestro Picasso lo decía muy claro cuando le preguntaban cómo le llegaba la inspiración: “No sé cuando me llega, lo que sí sé, es que siempre me coge trabajando.”

Por no entrar en el conflicto y confusión de la inspiración vs. predicción (aunque recomiendo entrar en la World Future Society y en su magazine The Futurist y descubrir qué predicciones vienen por inspiración), prefiero centrarme en una conversación mantenida por el ‘gurú’ Gary Hamel con un Director General y publicada en su libro Leading the Revolution, : “Solía dedicar la mayor parte de mi tiempo preocupado por el “cómo”: cómo hacíamos las cosas, cómo operábamos o cómo conseguíamos eficiencia. Ahora dedico casi todo mi tiempo preocupado por el “qué”, qué oportunidades perseguir, qué colaboraciones crear, qué tecnologías avalar o qué experimentos desarrollar”.


Si lo trasladamos a nivel empresarial, en el momento en que una empresa haya arrancado un 5% de eficiencia del ”cómo”, otra ya habrá inventado un nuevo “qué”. Inventar nuevos qués, ésa es la clave para defenderse en este feroz revolución. Por lo tanto, ‘toca’ pensar. En este nuevo régimen, la riqueza proviene directamente de la innovación, no de la optimización; es decir, la riqueza no se obtiene perfeccionando lo conocido, sino explotando imperfectamente lo desconocido.


Y cuando digo ‘pensar’ o ‘predecir’, no lo estoy haciendo como un ejercicio único y destinado a los white-collar semejantes al caso anterior. Hará una semana aproximadamente, TV3, la cadena autonómica de Cataluña, publicaba que una vendedora de verduras gana un concurso de ideas innovadoras. El concurso, lanzado por una asociación de jóvenes empresarios, fue ganado por Loli Rodriguez. Y se preguntarán, ¿quién es Loli Rodríguez? ¿Qué tiene de diferente? Más allá de que todo el mundo puede, más tarde o más temprano tener una buena idea, lo que destaca del personaje y lo que me sorprendió y fascinó de la entrevista realizada, es su disciplina diaria por dedicar un rato a pensar qué problemas pueden tener solución. Un hábito como hemos comentado que muy pocas personas tienen.

Posteriormente a la noticia, y ante la pregunta de un directivo inquieto por conseguir que su equipo innove, le respondí que tal vez si pusiera varias Lolis Rodriguez en su oficina tendría el inicio de una solución. Posiblemente, lo distribuidores de las estufas, también la deberían incorporar.

“Estudia el pasado si quieres pronosticar el futuro.” Confucio, Filósofo chino

1 comentario:

  1. Hola Mario, soy Loli Rodriguez, y te agradezco que me nombres en tu blog, gracias por el trato, y felicidades por tu articulo, real y a la vez simpatico.

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