lunes, 3 de enero de 2011

CLICK




En el número del mes de abril de 2010 de la revista Wired, teníamos una portada que a los nostálgicos nos impactaba notablemente: The Web is Dead. Al divisarla en el quiosco mis piernas temblaron, un cierto sudor se apoderó de mi rostro, creí por un momento que me había introducido en el papel de Marty McFly en la segunda parte de la película Regreso al Futuro, protagonizada por Michael J. Fox. Por suerte, después leí tras el punto y seguido: Long Live the Internet.



El artículo principal, escrito por Chris Anderson, pronunciaba que dos décadas después de su nacimiento, la World Wide Web está en declive, es cada vez más simple, cada vez se trata menos de buscar y más de obtener. También se pronostica un descenso considerable del peer-to-peer. Este detrimento está claramente ocasionado por el aumento del video. Por primera vez en la historia de Internet, el P2P (conexiones Punto a Punto) ya no es el mayor tipo de tráfico de la Red, es el vídeo: un tercio de todo el tráfico generado por los consumidores. Anderson explica cómo este nuevo paradigma refleja el curso inevitable del capitalismo.



De esa muerte ‘prematura’, me gustaría quedarme con el protagonismo que adquirió en dicha World Wide Web un artilugio que ya existía con anterioridad pero que tal vez no era tan asesino como en la actualidad: se denomina ratón o mouse. Ese objeto de reducidas dimensiones formado por una gran superficie ovalada para después continuar con dos botones, izquierdo y derecho. En este post, me centraré en el izquierdo y en su poder, en definitiva: en su CLICK.
Cuando me refería al término asesino, no lo hacía por el Síndrome del Tunel Carpiano que puede producir en la mano, lo decía por cómo metafóricamente simula el efecto de una picadura mortal propia de una avispa marina o araña de la especie viuda negra. En cualquiera de estas dos especies, su acercamiento es lento y sigiloso, pero su definición en décimas de segundo es letal.



Aunque este CLICK y efecto también lo encontramos en la pantalla táctil de nuestra Blackberry, móviles, tablet PC o IPads, toma diferencia histórica en nuestro PC, bien sea de sobremesa o portátil.



En su defecto, el usuario dialoga con el ordenador, sin mediaciones. Nace y se desarrolla con las primeras experiencias de interacción entre el hombre y el ordenador. Experimenta un poder auto-legítimo. La metáfora que entiende la interfaz como un diálogo fue potenciada por la utopía de interacción total que ha acompañado a la historia de la informática desde los años de la postguerra. La ciencia ficción ha contribuido a potenciar su lógica interactiva, pero no su capacidad de decisión.



Al ser tan accesible todo, al tener una interface tan directa, me pregunto si tenemos capacidad para tanta responsabilidad sin en muchos casos retroceso. ¿Estamos preparados para ello? Obviamente para hacer CLICK y confirmar la compra de una canción en iTunes por 0,99$ sí, mi pregunta es si para otro tipo de compras o decisiones también lo estamos.
El CLICK ha sustituido a observar la cara de ese vendedor o escuchar la voz de nuestro interlocutor antes de tomar una decisión, por lo tanto, nuestra mirada ya no se puede centrar en los ojos del vendedor, o en descubrir su titubeo o voz dubitativa.



La sociedad y la publicidad actual nos lleva a vivir del CLICK: la moda en un CLICK –promovía una marca de moda, el mundo a un solo CLICK -Google Earth, el mundo a un sólo CLICK-, El mundo entero a un solo CLICK –la compañía de viajes por Internet eDreams, etc…



El vacío



Siempre después de un ‘CLICK’ importante se produce un espacio de silencio en nuestra mente y nos evadimos a una parte oculta de ella buscando el refugio de la intranquilidad. Es una experiencia trasladada a la satisfacción en algunos casos, al pasotismo en otros, a la duda o al arrepentimiento en muchos. Estoy convencido que aunque no lo hayamos vivido, todos conocemos alguna amistad o pariente, arrepentido de realizar un CLICK. Posiblemente más generalizados en enviar un correo electrónico con un texto no pertinente o a un destinario equivocado –o no-. Las palabras se las lleva el viento, pero los textos permanecen, y para la amargura de muchos, ese texto puede ser leído y re-leído, una y otra vez, y sus consecuencias enormes. Que decir de los SMS.


Los emails son tan vacios de personalidad y de interpretación real que su poder da miedo. En muchos casos revertiríamos su escrito si tuviéramos que expresarlo cara a cara, y no me refiero precisamente al lenguaje utilizado. Me duele pensar como este efecto se incrementará con el despliegue masivo como medio de comunicación de la Blackberry o de los sms. Están confeccionados y diseñados para escribir con rapidez en cualquier momento y lugar, nos transmiten prisa y no velocidad como es la intención, y ya sabemos todos que sucede con las prisas, que en la mayoría de los seres humanos genera improvisación o simplemente inestabilidad.



No sólo el enviar se convierte en cáncer maligno, pulsar el botón de Acertar también. Incorporar a alguien en Facebook puede ser nuestra pesadilla. Somos tan vulnerables que muestra de ello lo tenemos en el estudio realizado por BitDefender. El estudio pone de manifiesto que la seguridad profesional puede verse comprometida al aceptar invitaciones de desconocidos. Los resultados de este estudio sobre el comportamiento de los usuarios del ciberespacio, muestra que, 9 de cada 10 aceptan la invitación de amistad de un desconocido/a. Además, la belleza parece ser un elemento decisivo para incrementar la lista de amigos vinculados a nuestra cuenta.



Para demostrarlo, el equipo de investigadores de BitDefender creó un perfil falso atribuido a una atractiva veinteañera de pelo rubio y envió solicitudes de amistad a 2.000 miembros de Facebook de forma aleatoria. La muestra la componían personas de ambos sexos, de distintos puntos geográficos y ocupaciones variadas, y un rango de edades comprendido entre los 17 y los 65 años.



Los resultados del experimento no dan lugar a confusión: 1.872 de estos usuarios, lo que supone el 94% del total de la muestra, picó el anzuelo y aceptó la solicitud de la chica fantasma en tan sólo una semana.



En otros casos, al no ver rostros, gestos, nuestro desentendimiento sobre ese CLICK es arrollador. Nuestra opción se adentra en ‘vomitar’ expresiones sin mirar su profundidad real. La orientación de muchos medios de comunicación o de simplemente los blogs que nos dan la posibilidad de ser periodistas o escritores, de opinar y generar millones de caracteres y palabras, hacen que nos permitamos enjuiciar con la mayor desidia que jamás haya alcanzado el hombre. Sólo tenemos que ver los comentarios realizados de alguna noticia que publican los medios.



Continuando con el efecto de la despreocupación, imagínese el rostro que se le puede quedar si al abrir su cuenta de correo electrónico recibe una carta de despido. En EE.UU. ya hay empresas que optan por el e-mail para comunicar ajustes de personal. Imagínese la facilidad que tiene que suponer a la persona en el lado opuesto pulsar el simple CLICK en lugar de tener que enfrentarse a una reunión con la persona que va a ser despedida. Lo cierto es que, cumpliendo ciertos requisitos, estos métodos pueden ser legalmente válidos.


El CLICK es facultativamente demoledor. No somos conscientes del verdadero poder del CLICK. Y aunque nos continúan preguntando una y otra vez si estamos seguro de la operación que vamos a realizar, continuamos diciendo que si. Como si la inercia de pulsar nuestro dedo índice se hubiera apoderado de nosotros.


Nuestra dependencia es tanta hacia el CLICK, que no podemos vivir sin él. Prueba de ello lo tenemos en el experimento realizado por la iniciativa Don’t Clic kit, del Institute for Interactive Research . Don’t CLICK It es un experimento de diseño de interfaces. Se trata de una web donde no están permitidos hacer CLICKS para la navegación, solo se permite un CLICK para iniciar. Si haces CLICK se sacudirá la pantalla y te preguntará por qué hiciste CLICK.
Se trata de un experimento para que veamos que tan adictos a hacer CLICK somos los usuarios. Toda la interfaz de la página está diseñada y desarrollada para navegarla sin necesidad de hacer ningún CLICK, posicionando en cualquier botón este automáticamente se desplegará.

La Vida



Pero no todo es negativo. Mucha gente tiene vida gracias al CLICK, y no me refiero a que vivan del negocio que genera, me refiero a que es su única oportunidad durante algunos y posiblemente mínimos instantes al día de evadirse de su dura realidad. Evadirse de maltratos, de su vida vacía, de su sufrimiento o de sentirse incomprendido. En muchos casos para así, entrar en un mundo de ficción, que aunque sólo dure unas horas interactuando con alguien, y aunque no sea un ser querido o conocido, le sirva para ver el mundo diferente, para sentirse por momentos, único. Cada CLICK que haga en su Messenger o Facebook será una bocanada de aire fresco, ficticio, pero quienes somos para cuestionarlo.


“La carencia de vicios añade muy poco a la virtud”. Antonio Machado

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